Solo
puedo observar la realidad, analizarla y pensarla y redactar algunas líneas. Y
ver, aunque tenga errores de concepción, ver como vamos hacia el abismo…
“¡Dios
mío, Dios mío por qué me has abandonado…!”.
La
enorme tristeza de la persona, que sin ser perfecta, pero bondadosa, han pasado
las décadas apenas ha conseguido nada. Y encima es la mala persona.
¿La
persona buena, harta de ser pasto de las ambiciones y maldades de los demás,
puede convertirse en la persona más pésima en la desesperación?
Los
humanes de ahora no distinguen entre el bien y el mal, entre pecado mortal o
venial, entre falta moral grave o leve. Y así el ser humano está perdido.
El
drama del mundo de hoy es que demasiados seres humanos no distinguen el bien
del mal, ni el bien normal y el bien heroico, la virtud normal y la heroica.
Un
sufrimiento y otro sufrimiento y otro sufrimiento y una pena y otra pena y otra
pena y una discusión y otra discusión y otra…, hasta que ese árbol se rompe.
He
intentado que todas las ideologías, religiosas y no religiosas, creen puentes
de entendimiento y diálogo y paz. Eso es toda esta obra Cuadernos.
No
soy superior a usted, ni inferior a usted, pero después de toda la vida
observando y pensando algo sé. Igual que el carpintero al final de su
existencia.
No cierres las puertas, ni las ventanas, a alguien porque
crees que piensa diferente a ti, o pertenece a otra ideología, quizás esa
persona tiene la solución que curará a tu nieto. O de esa persona nazca un
nieto que cure a tu nieto de una grave enfermedad…
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