No
comprendo y no entiendo casi nada, por eso, me dedico a observar, a leer, a
pensar y a escribir.
Todas
las ideologías caen en decadencia cuándo no permiten la autocrítica interna.
Sea ideología religiosa o secular.
Incluso
hasta la democracia tiene sus límites.
No
se puede caer en el error de siempre, ni a nivel dialéctico de una constante
polémica y antagonismo y confrontación entre izquierda y derecha.
Hay
que analizar y estudiar todos los errores que se han cometido en los últimos
cuarenta años de democracia para poder curar heridas.
Para
curar heridas y mirar al futuro, lo primero que hay que hacer es realizar un
buen diagnóstico de la realidad. ¿Qué se ha hecho en los 40 años últimos?
He
pagado un precio muy alto de fracaso, por creer que un país es como un carro que
necesita dos grandes ruedas, la izquierda y derecha moderadas.
Siempre
he deseado y querido con mis palabras buscar la verdad y la bondad y la
belleza. Y por tanto el sosiego y la moderación.
Independientemente
de cómo te haya ido la vida en estas cuatro décadas de democracia necesitamos
una izquierda y derecha moderadas.
Que
la izquierda moderada en la Piel de Toro esté en una profunda crisis es un
factor de enorme preocupación y pena y angustia y tristeza.
Este
país no podrá funcionar y tener esperanza y progreso razonable si no existe una
izquierda fuerte moderada y una derecha fuerte moderada.
¿Cómo
intentar no caer en odios, maledicencias, rencores, falsos testimonios, juicios
temerarios, acepción de personas, escándalos, engaños, mentiras, etc.?
¿Al
final, la abuelita o beata que apenas sabe de religión y que lleva años de luto
yendo a las misas, quizás crea más que el cura joven y progre…?
¿De
las grandes ideologías se ha echado o no se les ha dejado estar a las personas
de mayor grado de libertad interior y de opinión? ¿Y ahora sucede lo que
sucede?
Una
cosa es creerse o sentirse o pensar que se es progresista y otra serlo. Porque
no hay progreso si no hay verdad y bondad y utilidad y racionalidad…
No
tener conceptos y saber adecuado. No tener datos y realidades adecuadas. No
tener experiencia suficiente. Los tres elementos del fracaso.
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