No
nos enseñan, a soportar el frío, ni el calor, ni la tristeza, ni la pena, ni el
sufrimiento, ni el desaliento. ¿No nos educan, para así ser más manipulables,
seamos más fácilmente dirigidos, por eso, las religiones no interesan, porque enseñan
a las personas a sufrir?
Hay
días, que estás más triste que otros, mañanas más tristes que otras, tardes más
tristes que otras, noches más tristes que otras. Las tristezas que vienen del
pasado, o tristezas del presente, o tristezas que temes que vengan en el
futuro. O tristezas que se juntan entre sí.
El
problema esencial de la cultura y de la creación cultural, es que no quieren
materializar sistemas, incluso virtuales, para que el trabajo realizado por
todos los que se dedican a esa actividad, no se pierda, no se destruya. Este es
el problema que se destruye.
¡Ciertamente,
como algunos indican, nadie exige a nadie que se haga escritor, ni pensador, ni
filósofo, ni autor plástico. Pero tampoco exigen a nadie que se hagan
investigador científico o matemático o médico o…!
¡¿Ya
estás en el último tramo de tu existencia, a unos años de la jubilación, no
sabes si durarás uno o veinte o diez o treinta años, y sientes que en tantas
actividades y vocaciones y proyectos que has realizado, en casi todos has
fracasado?! ¡Es triste…!
Debo
confesarlo, con cierta tristeza, vergüenza, rubor, creí y creía cuando era
joven, y menos joven, que mi actividad literaria-filosófica o plástica, o algo
de ello, se iba apreciar por la comunidad cultural, por los entendidos y por el
público interesado. Pero todo ha sido un fracaso.
Las
culturas y filosofías e ideologías y religiones, activan pautas de
comportamiento desde muy jóvenes, que no son solo ideas y conceptos, sino
emociones y actos, y después estos son muy difíciles de quitar y abandonar. Y
este es el problema de las relaciones entre las culturas.
Pensamos
desde los datos y conceptos y pasiones e intereses previos que tenemos. Creemos
que pensamos con total racionalidad y eficiencia y objetividad. Pero esto es
relativo…
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