Artículo Periodístico 639º: “¿Un mal de Hispania, faltan librepensadores?”[1].
0. Podemos definir al
librepensador o librepensadora a esas personas que intentan captar la realidad
utilizando los datos, hechos, la razón, los conocimientos ortodoxos de su
época, y no necesariamente siguiendo su empatías o antipatías, sino buscando la
verdad en la realidad, la realidad en la verdad o al menos intentándolo, por lo
cual, les lleva a estar siempre en una posición compleja, pueden aceptar que
ciertos planteamientos o soluciones pueden ser más adecuadas las de los tirios,
y otras las de los troyanos.
1. La grave y gran pregunta
es si desde Ortega y Unamuno, con todas las matizaciones que se quieran parece
que en la sociedad y en el país no han existido suficientes voces y lo
suficientemente libres, para dar su opinión racional y razonable, y de alguna
manera, indicar a unos y a otros, si ellos creían que estaban en el error o
estaban equivocados o estaban en la verdad o estaban acertados.
La grave pregunta es si
hemos perdido la figura del intelectual librepensador, en la cual no solo uno,
sino unos cientos o miles juzgan la realidad, no siguiendo los mandatos de
ninguna ideología concreta o de ninguna clase social concreta, sino la
evolución de la realidad y la evolución del pensamiento en general, sin negar
los errores de filias y fobias también personales.
La gran y grave cuestión
es si existe o no existe una clase intelectual en el país y en la sociedad, que
tenga suficiente grado de libertad interior, para con respeto y diálogo y saber
ortodoxo y datos fehacientes y tolerancia, pero con razonamientos analizar y
dialogar y argumentar sobre multitud de temas y cuestiones, y dar su parecer
sin seguir los mandatos, de unos o de otros, de tirios o troyanos. Y si no
existiese esa clase intelectual o suficiente cantidad de personas de esa clase,
que pueden en unos temas estar en un lado de la trinchera y en otros temas,
estar en otros, porque la verdad absoluta nadie la tiene, ni ser humano, ni
colectivo, ni ideología.
Y
también si existen poderes reales y fácticos, de hecho y de derecho que
permitan que exista una clase intelectual suficientemente libre, y no se le
castiga y no se le sanciona en sus carreras profesionales por ejercer sus
opiniones y sus ideas, aunque estas no estén en consonancia o crean que no lo
están con los poderes reales y fácticos en las distintas entidades que forman y
conforman la sociedad... Dejar que haya suficientes personas que “aunque no
estén contigo, no necesariamente están contra ti”, y olvidar el mandato que
tanto se ha seguido “o estás conmigo o estás con los otros…”, y que tanta tristeza
y tragedias nos han acarreado a lo largo de la historia, y que tantas carreras
profesionales se han quedado en la cuneta de la historia y, en algunas épocas
tantas personas han terminado en campos de concentración, cárceles o en los
paredones de los cementerios o…
Repito
si no existiese esa clase intelectual, que puede ser formada por escritores,
artistas, intelectuales, periodistas, profesores de universidad y otros
opinadores. Si no existiese esta clase de librepensadores, ésta sería una de
las razones de la crisis de esta sociedad, porque al final, la crisis económica
que estamos sufriendo, la crisis social y moral y ética y de valores que
llevamos dentro de nosotros en estos momentos, la crisis política e
institucional serían tres tipos o clases de crisis o conjuntos de crisis que se
combinarían con una que pocos quieren mencionar la “grave y gran crisis
intelectual y de librepensadores y librepensamiento que podemos estar sufriendo
en la Piel de Toro desde hace décadas o siglos”.
2. ¿Existen indicios y
señales y signos que no existe, al menos en suficiente grado y cantidad y
autolibertad y autolibre albedrio, una clase intelectual de librepensadores o
pongan ustedes el nombre que quieran? ¿Y si no existe debería intentar
incentivarse, porque puede ser una de las razones y motivos que influyen en el
resto de las crisis políticas, institucionales, valores-morales, sociales,
económicas, constitucional e incluso espiritual y religiosa…?
- ¿Se ha seleccionado de
forma lo más correcta e imparcial los cargos y cargas profesionales en relación
a los intelectuales, por ejemplo, en la enseñanza, en la empresa pública y en
la empresa privada, a y en todos los niveles, o han influido además otros
parámetros, en algunos casos han condicionado en demasía otros factores y
variables…?
¿Por lo cual no
deberíamos actualmente estar viendo en los medios de comunicación social,
radio, televisión, periódicos, Internet las opiniones de cientos y de miles de
profesores de universidad, especializados en distintos campos y de miles de
especialistas de distintas ramas del saber y profesionales en todos los niveles
de la actividad humana, que nos otorgarán su saber, sus análisis, sus ideas,
sus concepciones bien ponderados con razones, argumentos y datos…? ¿Además de periodistas,
escritores, pensadores, filósofos, humanistas, etc.?
¿Y si ustedes observan
de cientos y miles y docenas de miles de especialistas entre todas las ciencias
sociales, derecho, economía, política, psicología, historia, geografía, y de
humanidades, filosofía, artes, etc. que existen, cuántos llegan su opinión o
sus ideas a los medios sociales de comunicación…?
¿A cuántos se les
invita, cuántos en estos tiempos convulsos estarían dispuestos a dar su opinión
o callan o se silencian o incluso los silencian, pero cuántos se presentan a
los medios de comunicación, y aunque sea en las secciones de opinión, ellos
libremente podrían expresar sus ideas…? ¿Si modestamente yo puedo hacerlo, yo
que no soy especialista, ni experto con más razón pondrían sus artículos en los
medios diferentes sociales, si escribiesen los grandes catedráticos de
economía, política, derecho, psicología, historia, filosofía, etc., en medios
nacionales o regionales o provinciales?
- ¿No debería la clase
política, todavía viva y que respira, y con suficiente salud psíquica y física,
personas, miles de personas que han ocupado altos y medios cargos en la
administración pública, política de este país, expresar sus opiniones y sus
ideas, no serían un signo y señal evidente de su saber y de su experiencia, de
sus canas y de sus barbas, no sería una luz en tanta confusión…?
Esperamos que senadores,
diputados nacionales y regionales y altos y medios cargos en la administración
nacional, regional, local y en la empresa privada nos diesen sus opiniones y
sus ideas… personas que durante un tiempo han ocupado altas y medias
responsabilidades en la sociedad española, sea en el terreno público o en el
privado… Y parece que la inmensa mayoría duermen, se silencian, miran hacia
otro lado, están en duermevela…
-
Entendemos que las altas jerarquías eclesiásticas y los grandes teólogos con su
inmemorial prudencia, mesura, racionalidad estén en silencio o en casi
silencio. Entendemos que con la concepción de la doble escala, la libertad y
autonomía del mundo secular con el mundo religioso. Comprendemos y entendemos
que este país y esta sociedad con la cuestión religiosa y eclesiástica en estos
dos últimos siglos les han pegado unos palos enormes, poniendo como ejemplos
desde las desamortizaciones del siglo diecinueve hasta llegar a lo que sucedió
a templos y personas religiosas hace ochenta años. Entendemos que su proverbial
prudencia y mesura les lleve al casi silencio, al hablar entre pasillos, a
esperar y rezar par el bien del país.
Pero
también esperaríamos y desearíamos y necesitamos que nos den un poco de luz,
teniendo en cuenta, su inmemorial saber ético y moral y religioso y espiritual…
y, ellos que saben suficiente de la doctrina social de sus propias religiones y
de sus propias morales, saben que unas soluciones sociopolíticas u otras, puede
ser la diferencia en que cientos de miles de personas, si no millones, vivan
mejor o vivan peor dentro de unos lustros o años o décadas.
Para
muchos es un desconcierto mental e incluso moral, que los hayamos visto
promover actos religiosos y manifestaciones por defender ciertos grandes
valores, como pueden ser la familia. Y no entendamos que ahora que estamos en
una situación crítica en la Piel de Toro, y que tarde o temprano afectará de
forma irremediable al sector religioso. Sus grandes teólogos, sus grandes
autoridades eclesiásticas, no digo que callen o se silencien, pero su voz es
tan tenue que apenas se le oye. Y ellos, que tienen a mi entender, en general,
un nivel moral mayor que la media de la población, mayor nivel ético que
nosotros los simples mortales seculares, ellos y ellas que tienen por lo
general una inteligencia mayor que la media, ellos y ellas que tienen por lo
general una cultura y conocimiento de la realidad mayor que la media, ellos y
ellas, a nuestro modesto entender se les oye poco. Es decir, ellos y ellas con
sus defectos y sus grandes virtudes nos pueden dar luz, al menos en los grandes
principios parece que su voz se ha resfriado… Porque como nos equivoquemos
ahora, en las próximas lustros y décadas, no cientos de miles, sino millones de
personas se pueden ver en el borde de situaciones vitales y existenciales, y
eso si que afectará a los grandes valores y también a la familia…
-
Siempre se ha dicho que en Francia y Gran Bretaña los poderes reales fácticos e
institucionales e ideológicos han respetado a los librepensadores, porque creen
que constituyen un elemento esencial para la estabilidad del país y de la
sociedad, tanto a nivel secular o cívico o privado o público. Por poner una
anécdota, se dice que cuándo Sartre ponía al pie de los caballos con sus
críticas a De Gaulle y al orden establecido los asesores de dicho presidente le
indicaban que metiese en la cárcel a Sartre, hasta que el general ya cansado
les indicó: “Cómo quieren que meta en la cárcel a Voltaire”.
3.
No negamos el derecho que cada intelectual o pensador o catedrático o
especialista o experto en una rama cultural o científica social sea de un color
o sea de otro su cerebro o su corazón o sus palabras. No negamos ese hecho y
ese derecho. Pero si creemos que en la Piel de Toro falta y faltan, y es un
problema esencial, falta suficiente clase intelectual de librepensadores, es
decir, que juzguen la realidad según su libre sentir y parecer, con razones y
argumentos y respeto y tolerancia, pero que no estén a la voz y al mandato de
nadie, sea persona o ideología o bandera o estrato social o grupo de presión,
sino solo de su libre pensar y que por actuar de ese modo no se les sancione de
ninguna manera en sus carreras profesionales, ni en otros sentidos. En
definitiva, echamos en falta Unamunos y Ortegas. Dicho con todo respeto y nadie
se rasgue su traje talar.
http://soliloquios.blogia.com © jmm caminero (18-23 septiembre 2016 cr).
Fin artículo 639º.:
“¿Un mal de Hispania, faltan librepensadores?”.