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sábado, 4 de julio de 2020

843. Industria Cultural.

843. Cultura y creación cultural.

                        Hoy con Internet puedes a dar a conocer tu trabajo cultural, sea en el saber, rama, arte, ciencia que sea. Otra cosa, es que tengas mucha aceptación o poca o ninguna. Pero hoy, con Internet se puede completar todo el marco de la creación cultural. Es decir, puedes pensar y analizar sobre el campo equis, puedes escribir o redactar o realizar esa obra, luego puedes darlo a conocer en Internet, es decir, hacerlo público.
                        Y, por último, éste no se cumple siempre, que no obtienes beneficios económicos, sociales o culturales, por tu trabajo. Nadie te impide realizar fotografía o pintura o artículos o arte o matemáticas. Nadie. Puedes construir esas obras, puedes publicarla en Internet. Después, puedes no tener ninguna aceptación, de ningún tipo. Pero todo el resto del proceso lo puedes hacer. Hasta ahora, los dos últimos eran los difíciles, porque publicar o hacerlo público y en un medio suficientemente reconocido, revista o libro era muy difícil.
                        Por consecuencia, yo que siempre he deseado ser escritor-pensador-filósofo, hoy puedo serlo, puede analizar la realidad, observarla y pensarla, puedo redactar pequeños trabajos sobre esos campos, sean de mejor o peor calidad, puedo darlo a conocer, hacerlo público en Internet, aunque nadie los visite, pero es poner las noventa y cinco tesis en la puerta, como Lutero. Todo puedo hacerlo, salvo que después reciba aceptación o no, sea muy leído o poco, tenga un eco a nivel cultural o social o económico. Menos estos últimos pasos, hoy, al menos en Occidente, bajo las diversas democracias, me permiten, todo este trabajo, todo este proceso.
                        Por lo cual, hoy no me puedo quejar, de que no puedo ser pensador o pintor o filósofo o escritor o…, cada uno, en su campo. Puede realizar todo el proceso, todo puede ser materializado, excepto el último, que puede ser muy bien acogido o no, pero eso, siempre ha sucedido. Muchos los llamados pero pocos los escogidos. Pero una persona, que esté en el barrio más olvidado de la ciudad más olvidada del mundo o del pueblo más perdido en el planeta, hoy una persona que le interese las matemáticas, puede llevar su vida normal y rutinaria, y después, en los tiempos que pueda investigar sobre ese campo. Y después, publicarlo en Internet. Aunque no sea acogido, ni estimado su trabajo. Y el que dice matemáticas, cualquier campo, que esté bajo la ley moral y la ley jurídica y la ley espiritual…
                        Quizás, en ese sentido quejarse del propio fracaso, aunque sea cierto, no tenga todo el sentido del mundo, no es todo lo real del mundo. Porque el que se dedica a la cultura, debe saber, que solo pasan a la historia una microestadística de personas y de trabajos, y solo un número reducido de personas, tienen un lugar en el mundo de esa actividad cultural, sea en el campo que sea. El resto están condenados al silencio. Pero ahora la situación ha cambiado, al menos puedes hacerlo público, publicarlo, darlo a conocer al resto y a los demás… Aunque, el artículo que escribes, o los textos o imágenes, solo sean visto por tres personas, como a mi me sucede, en algunas páginas de Internet…
                        Ya, estaría la industria cultural y la cultura como industria, pública y privada, crear modos y medios para recoger más información de la realidad que estudian. Nadie puede negar, que quizás un matemático que está en un pueblo perdido de Siberia o de Patagonia o de Alaska o de China o del Pacífico está creando ideas matemáticas que tengan un cierto valor, no digo mucho valor, sino un pequeño valor, y sus trabajos, las revistas científicas, con el doble ciego, no los acogen, quizás, porque no llevan todo el andamiaje académico y matemático que se exige hoy.
                        Creo que pensar esto, no es una alucinación conceptual y cultural. La cuestión es cuánto producto cultural loable se perderá y se olvidará, incluso de lo que se expone en Internet.
                        Dicen que Mozart no era capaz de abrocharse los cordones de los botines. La cuestión es las personas, que sin tener tanto talento como Mozart, tienen suficiente, pero las circunstancias o situaciones, no pueden demostrarlo del todo, o no tienen la posición de ser acogidos, porque el talento no es suficiente, sino otras razones y motivos y medios y circunstancias, Mozart es Mozart por el mismo, pero también, por el padre y su familia, y no solo por la genética.
                        Esas personas que tienen más talento en algo, que la media, pero no sobresalen especialmente o extraordinariamente, y que pueden estar metidos en el cubo de un lugar y un tiempo, y apenas nadie reconoce su trabajo. Tanto que nos ocupamos de la cultura y de la educación, habría que dedicar un capítulo especial a esas personas y, especialmente a sus trabajos…
                        Quizás, aplicado a mí, no me debería sentir tan fracasado culturalmente, especialmente en los terrenos de la filosofía y literatura y arte plástico, he hecho lo que he podido, y puedo mostrarlo, aunque sea relativamente… Que sea aceptado o no, que hubiese podido toda esa actividad cultural servir para una profesión y oficio y otras cuestiones, que pueden o podrían haber sido importante. Todo eso, quizás siendo importante, es secundario. O, al menos, así debo aceptarlo para conformarme. Si existen un millón de escritores o un millón de artistas plásticos o quizás diez mil filósofos o cien mil filósofos en el mundo, es lógico, que usted o yo, pues pasen nuestros trabajos desapercibidos, aunque se expongan en parte en Internet, y también admitiendo que sean mediocres… Que lo normal es que la mayoría de panaderos sean mediocres, aunque vendan su pan, y se ganen su vida con ello…

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