881. Excesiva crítica social.
-Los libros de artista
que he realizado, tanto los pintados sobre ediciones normales, o los del tamaño
de cartulina, pintados y textos pegados, los denomino libros o libros de
artista, y lo son, pero son esencialmente, lo que siempre he hecho y querido
hacer, “libros medievales”, como los códices medievales, que eran escritos a
mano y después, algunos, dibujados-miniados, pues en este caso, los textos que
yo expongo, son fotocopias de libros de literatura, tomados de Internet, y,
acompañados de dibujos-pinturas. Son adaptaciones de la idea de los libros
medievales…
Pero
el problema es que mis coetáneos, no valoran, al menos, las obras que yo he
realizado. Ni siquiera sé, casi todo está por el mundo, la situación que tendrá
y en la que estará…
-Si usted no ha leído y
pensado, a los grandes pensadores y filósofos, lo suficiente o un mínimo,
pienso que no debe leer mis escritos de filosofía, porque usted perderá el
tiempo, no tendrá perspectiva suficiente, y sobre todo, debe leer y pensar y
reflexionar a los grandes maestros del pensamiento, y no a mí, que yo soy de
quinta fila comparado con ellos. Al menos, hasta que no digan lo contrario, los
especialistas en esta materia.
Comprendo que le
extrañará, porque todo el mundo quiere que todos lean sus escritos, sean de
literatura o de filosofía o de ciencias sociales, y, pocos le dirán, que
primero, lea los considerados históricamente como los grandes…
-No me agrada, todo lo
contrario, cuando se ataca crítica y agriamente a un sector de la sociedad,
estamento social, oficio o profesión. Especialmente, criticar a los políticos,
como parece es deporte nacional en estos últimos lustros. No me gusta que se
utilicen malos términos y vocablos y frases, contra ideologías o partidos
políticos, contra políticos de carne y hueso, sean de un color o sean de otro.
No solo no me gusta, me desagrada. Pienso que esto es un error, del pueblo español
en general, y de muchos intelectuales.
Pienso,
que hay que analizar realidades de todo tipo, unas veces, con argumentos y
respeto, no se puede estar de acuerdo con unos, otras con los otros. Pero
caemos demasiado en el maniqueísmo. Incluso aquellas personas y tendencias que
se alejan de nuestra ideología, psicología, intereses merecen un respeto. Ya
deberíamos de haber aprendido del ruedo ibérico.
Sé que pago un precio muy alto por esta razón, de ostracismo cultural, porque me niego a defender sin ninguna crítica ninguna ideología o estamento social, pero también me niego a criticar sin límites a ninguna ideología ni clase social. Nadie me considera de los suyos, porque nadie siente que los defiendo solo a ellos, o por lo menos, critico sin piedad a sus contrarios. Estoy cansado, hoy un librepensador está condenado al silencio, como es mi caso, aunque sea un modesto librepensador…